Este histórico predio medieval, situado en uno de los lugares más privilegiados de la Serra de Tramuntana, se remonta a 1493. Sus 125 ha la convirtieron en la "possessió" más grande de Deià, y en una de las heredades más importantes del norte de la isla. En el siglo XVI vivió allí Santa Catalina Tomás (la Beateta), uno de los principales iconos de la religiosidad mallorquina. A finales del siglo XIX el archiduque Luís Salvador adquirió el predio, y le devolvió su esplendor original, y poco después de su muerte, a principios del siglo XX, el barón de Pinopar compró la propiedad, y con la ayuda de su esposa, fiel devota de la Beateta, continuó las obras de restauración iniciadas por el archiduque, prestando especial atención a la pequeña y sobria capilla donde se recluía la santa.
La mansión, típicamente mallorquina, esta perfectamente conservada y cautiva la vista por sus rasgos arquitectónicos austeros y de una sorprendente autenticidad en cada una de sus líneas. Las diferentes viviendas se vertebran en torno a un patio tradicional, centro neurálgico de la vida comunitaria mallorquina. Entre sus grandes atributos destacan la cocina, con sus tinajas y cazuelas, su chimenea y sus robustas vigas, y la almazara, que conserva los utensilios con los que, según se dice, se elaboraba uno de los mejores aceites de la isla. Tambien presume de bonitas manantiales y piscina.
El predio, entre olivos milenarios, encinares y extensos sotobosques, con fabulosas vistas al Mediterráneo, pervive como uno de los tesoros más preciados de la isla.